La pareja le va quitando condimento a los encuentros, la que se deja estar, la que permite que la seguridad se vuelva monotonía y mate la pasión. Según la ciencia en la primera fase del
enamoramiento, la más lujuriosa que dura pocos años, ha sido activado por un coctel
hormonal y en cambio cuando esa etapa termina y viene la del apego allí la oxitocina
tiene mucho que ver, ya que la familiaridad ofrece confianza y seguridad pero apaga el
deseo.
El rechazo sexual por parte de la persona que amamos es especialmente doloroso. Por lo
tanto, nos sentimos menos inclinados a arriesgarnos eróticamente con la persona de la
cual dependemos tanto, y cuya opinión es tan importante para nosotros. Preferimos
censurarnos a nosotros mismos y mantener un guión erótico estrictamente negociado,
aceptable y hasta aburrido, antes que arriesgarnos a salir lastimados.
Por lo tanto la clave es agregar algunas gotas de complicidad, de riesgo, de juego…. “un
toque de locura” dice una canción que nos haga salir de la zona de confort y nos haga
vibrar de nuevo. La incertidumbre, la novedad y el erotismo se llevan bien.
El deseo no llega solo, hay que motivarlo, trabajarlo, si descuidamos el sexo y dejamos de
lado la seducción y la provocación en la cama se instalaran la apatía y el aburrimiento.
Cuando todo queda reducido a la genitalidad, cuando no hay cortejo, risas, juego el sexo
funciona solo como descarga, el deseo no fluye.
Es clave dedicar tiempo a la imaginación y al autoerotismo. Planificar un encuentro erótico
con la pareja suscita lo que se llama una fantasía anticipatoria. Con ella, la mente, el
principal órgano sexual, se pone en marcha para elaborar un afrodisiaco mucho más
potente que cualquier fármaco. Generar tensión sexual está en tus manos.
Bañarse juntos, planear una salida a un lugar para los dos, empezar el día con una
“tocadita” para llegar a la noche “on fire”.
Y no deje de considerar buscar ayuda profesional.
Ps. Sc. Noemi Escalada
Terapias Sexuales