Culminó la etapa más drástica del aislamiento social preventivo y obligatorio para combatir el coronavirus e ingresamos en la llamada cuarentena administrada. Sobre cómo será volver a la rutina en su momento y los miedos que eso generará, opinó para Télam la Lic. en Psicología Noeli D'alessio, del equipo de Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva).
La pandemia por el nuevo coronavirus, llamada Covid-19, nos obliga a adaptarnos de manera constante, lo cual puede resultar desafiante y agotador. Muchos nos preguntamos cómo será volver a la rutina cuando finalice el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Con esta pregunta pueden aparecer nuevos miedos y preocupaciones. También puede existir una mayor presión en el trabajo y para cubrir todas las demandas de esta situación tan atípica. Por estos motivos, es totalmente esperable y normal que experimentemos estrés y ansiedad.
Una forma que tiene nuestro cerebro para lidiar con la incertidumbre es la preocupación. Una preocupación es un pensamiento acerca de un evento futuro potencialmente negativo y amenazante. Preocupándonos intentamos reducir la incertidumbre, lo cual termina siendo tarea imposible ya que no podemos saber qué va a suceder. Aunque suene difícil, lo mejor que podemos hacer es gradualmente aprender a tolerar y aceptar la incertidumbre.
Sin embargo, cuando las preocupaciones son constantes sostienen la experiencia emocional de ansiedad, lo cual a largo plazo puede llevarnos a experimentar síntomas como cansancio, irritabilidad, tensión muscular, dificultades en el sueño, etc. Esto puede ocasionar que percibamos una disminución en nuestra capacidad de afrontamiento. Algunas recomendaciones para cuidarnos durante la cuarentena y el fin de la misma son:
1) Respetar las indicaciones oficiales. Esto es algo que sí está bajo nuestro control y es la mejor manera de cuidarnos a nosotros mismos y a todos.
2) Reducir la exposición a la información. La sobreexposición genera ansiedad innecesaria. En cambio, podemos elegir un momento del día para informarnos. En lo posible, elegir fuentes confiables y oficiales, evitando así la desinformación.
3) Practicar conductas de autocuidado. Es decir, cualquier actividad que llevemos a cabo con el objetivo de cubrir una necesidad. No nos referimos a actividades lujosas, si no, a cuestiones generalmente simples como intentar respetar nuestras horas de sueño, planificar un tiempo para relajarse, tomarse un verdadero recreo para almorzar, hacer una actividad que disfrutemos o realizar ejercicio físico.
4) Volver al momento presente. Una práctica básica de Mindfulness que podemos practicar es la siguiente: realizar una actividad a la vez, apreciando el momento presente con nuestros cinco sentidos, notar cómo se siente nuestro cuerpo, y cuando nuestra mente comience a divagar (algo esperable), traerla gentilmente de nuevo al momento presente.
5) Practicar autocompasión. Este concepto puede sonar extraño, pero se refiere a tratarnos con la misma comprensión y amabilidad con la que tratamos a nuestros amigos y seres queridos. En estos momentos, es entendible que no seamos tan productivos como nos gustaría, y eso está bien.
6) Continuar conectados. Hoy en día contamos con muchas herramientas para poder hacerlo. Preferir la calidad del contacto sobre la cantidad. Quizá una llamada sea mejor que una serie de mensajes.
7) Obtener perspectiva sobre el asunto. Esto también va a pasar, podrá ser difícil, pero en algún momento va a terminar y saldremos fortalecidos individual y colectivamente.
El saber que esta situación la controlamos entre todos, podemos transformarlo en una responsabilidad tranquilizadora que nos permita controlar todo lo que tenemos a nuestro alcance y responder, cuando se disponga y de forma responsable, a la finalización de la cuarentena sin miedos ni preocupaciones.