El Tribunal de Aviñón sentenció al principal acusado del caso Mazan, mientras otros seis imputados recuperan la libertad. La valentía de Gisèle Pelicot expuso un horror que sacudió a Francia y podría generar reformas legislativas.
El caso Mazan llegó a su fin con una condena ejemplar para Dominique Pelicot, declarado culpable de violaciones agravadas a su exesposa, Gisèle Pelicot, y otros delitos, como la grabación de contenido sexual no consentido de su hija y cuñadas.
La sentencia de 20 años marca el máximo castigo posible en Francia por estos crímenes. Sin embargo, el tribunal también dictó penas menores para otros acusados, liberando a seis de ellos tras considerar cumplida su condena en prisión preventiva, lo que generó protestas de colectivos feministas.
Gisèle Pelicot enfrentó en los tribunales a los 51 hombres que abusaron de ella durante casi una década, en un caso que escandalizó al país. Mientras se encontraba inconsciente, era drogada por su entonces esposo, quien organizaba los abusos y grababa los actos.
Solo 14 de los acusados reconocieron los hechos; el resto presentó diversas excusas, desde desconocimiento hasta alegatos de manipulación por parte de Pelicot.
La sentencia ha desatado manifestaciones en toda Francia, con demandas de justicia más estricta y cambios legislativos.
La fiscal Laure Chabaud destacó que este caso marca un punto de inflexión en la lucha contra la violencia sexual. Por su parte, Gisèle Pelicot rechazó el anonimato y las audiencias a puerta cerrada para visibilizar el horror vivido y cambiar la narrativa de la vergüenza hacia los victimarios.
La movilización ciudadana en torno al caso Mazan sigue creciendo, con el llamado a reformas legales para definir el consentimiento en el Código Penal francés. Mientras tanto, la condena a Pelicot y sus cómplices será recordada como un hito que busca transformar el abordaje de los crímenes sexuales en Francia.