Daniel Arroyo (Castelar, 1966) es uno de los ministros de Alberto Fernández con mayor protagonismo en el inicio de su mandato. El titular de la cartera de Desarrollo Social, un cargo que desempeñó en la provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2013, coordina el programa Argentina contra el hambre con el objetivo de erradicar la inseguridad alimentaria que hoy padece una de cada diez personas en el país. Arroyo describe como "crítica" la situación actual de Argentina.
Pregunta. ¿Por qué hay hambre en un país que produce alimentos?
Respuesta. Porque en el Gobierno anterior pasaron dos cosas que nunca habían pasado: una, que durante cuatro años aumenten todo el tiempo los alimentos y lo segundo, que subieron mucho los costos fijos de las familias: la luz, el gas, los servicios básicos. Argentina tuvo crisis mucho peores, en 2001-2002 llegó a tener 57% de pobreza, pero en estos cuatro años la situación fue empeorando en escalera. Primero la gente dejó de comprar ropa, después se endeudó y después dejó de comprar alimentos. Hay un dato que es terrible y es que mes tras mes venía bajando el consumo de leche. En muchas conversaciones con madres me dicen que pasaron al mate cocido o al té. Con la tarjeta alimentaria se busca una transformación, que todas las familias coman y accedan a los alimentos y sobre todo que tengan acceso a leche, carne, frutas y verduras.
P. ¿En qué consiste la tarjeta alimentaria?
R. Es una tarjeta del banco público para las familias con chicos menores de seis años, las mujeres a partir del tercer mes de embarazo y las personas con discapacidad. Tiene como objetivo que todos coman y coman bien. No permite extraer dinero del cajero sino comprar alimentos, así que va directo al consumo. Pretende también crear un gran plan de trabajo porque todo esto es agricultura familiar, pequeño comercio, ferias, mucha gente produciendo y vendiendo e incentiva el desarrollo económico local, desde abajo. Es una gran transferencia de recursos. En el año van a ser 70.000 millones de pesos, casi mil millones de dólares, de familias que compran alimentos permanentemente.
P. Argentina sufre una crisis económica. ¿De dónde sale el presupuesto para el programa?
R. Habrá una reasignación de partidas. En un contexto de restricción fiscal importante para Argentina el presidente ha volcado el eje central del presupuesto en Argentina contra el hambre y la tarjeta alimentaria.
P. ¿Ve posible erradicar el hambre en este mandato?
R. En Argentina no puede haber hambre, ese es el compromiso que tenemos que tener. Hay dos temas sobre los que hay consenso. Uno, que no puede haber hambre en un país que produce alimentos. Y dos, que tenemos que cuidar a los chicos. Pero no quiero plantear metas porque quedaron muy arruinadas con el Gobierno anterior, que planteó pobreza cero, brotes verdes, segundo semestre... Vamos trazando escenarios en función de cómo evolucionan las cuestiones económica, laboral y social.
P. En esos escenarios previstos, ¿cómo puede afectar la actual renegociación de la deuda con los acreedores?
R. El presidente convocó una reunión del Consejo económico y social, donde estaban el sector privado, los trabajadores, los movimientos sociales y el Estado, las cuatro patas. Y ahí se definieron cosas que para mí son importantes. Uno, la prioridad en el hambre y la pobreza. Dos, que para reconstruir Argentina hace falta trabajo. Y tres, que Argentina tiene que honrar sus deudas con los 45 millones de argentinos dentro. No tengo dudas de que la renegociación de la deuda se hará en este marco.
P. El resultado de la negociación no depende tanto de Argentina sino de acreedores externos y las primeras señales no son buenas. ¿Hay preocupación por el posible impacto que tendrá?
R. No tengo capacidad para opinar sobre la macroeconomía, pero sí tengo claro que el objetivo es poder honrar las deudas en un esquema de equilibrio social.