El escándalo político que estalló ayer entre la vicepresidenta Victoria Villarruel y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha marcado un nuevo capítulo en la creciente tensión dentro del gobierno. La acusación pública de Villarruel, quien responsabilizó a Bullrich por el secuestro de un gendarme argentino en Venezuela, ha desatado indignación y decepción en el gabinete y profundizado la ruptura con el presidente Javier Milei, que parece cada vez más irreversible.
La polémica surgió cuando Villarruel, en respuesta a un usuario en la red social X, criticó el viaje de Nahuel Agustín Gallo, el gendarme argentino secuestrado en Venezuela, diciendo: "Jamás habría autorizado a un gendarme a ir a Venezuela.
Lo que está ocurriendo es la consecuencia tristemente obvia". Esta declaración fue interpretada como una crítica implícita a Bullrich, quien es la responsable del área de Seguridad, y rápidamente generó una oleada de reacciones negativas.
Ante la magnitud de la repercusión, la vicepresidenta borró el mensaje, pero ya era demasiado tarde: tanto el presidente Milei como varios ministros ya estaban al tanto.
Funcionarios cercanos al presidente y a la Casa Rosada mostraron su indignación por el mensaje de Villarruel, mientras que desde el entorno de la vicepresidenta intentaron minimizar el escándalo, subrayando que ella había borrado el mensaje y reconociendo que el posteo había sido inconveniente.
A pesar de esto, la crítica era clara y contundente, especialmente considerando los esfuerzos previos de la vicepresidenta por acercarse al presidente tras meses de conflictos.
La primera respuesta pública vino de Patricia Bullrich, quien no solo cuestionó el comentario de Villarruel, sino que también le respondió directamente: “Resulta vergonzoso que utilice a Nahuel Gallo para juntar likes, y además elimine el tuit cuando la repercusión no es la esperada”.
Bullrich también aclaró que la autorización de viajes de los gendarmes no depende de la ministra de Seguridad, sino de la Dirección de Personal de la Gendarmería. En su mensaje, también instó a la vicepresidenta a ocuparse de otros temas, como el incremento de sueldos en el Senado.
La ministra de Seguridad no se detuvo ahí, y en una entrevista televisiva reveló que había hablado con Milei tras conocer la publicación de Villarruel. Según Bullrich, el presidente estaba “indignado” al ver que mientras todo el país estaba preocupado por el secuestro del gendarme, la vicepresidenta hacía una declaración como esa.
El malestar no solo afectó a Bullrich, sino también a otros funcionarios cercanos al presidente, como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien calificó la acusación como un “mal gesto” y un “error de cálculo”. Francos también expresó su sorpresa, ya que Villarruel había declarado recientemente su alineamiento total con el presidente.
En el entorno de Milei, la tensión era evidente. Aunque no criticó directamente a Villarruel, en su discurso ante la Fundación Federalismo y Libertad, hizo una referencia indirecta al tema, mencionando que mientras él no se había aumentado el sueldo, en el Senado la situación era distinta. Fuentes cercanas al presidente señalaron que las conversaciones en el avión fueron dominadas por el malestar con la vicepresidenta.
Por su parte, Bullrich también instó a Villarruel a pedir disculpas tanto a la Gendarmería como a la familia del gendarme secuestrado, enfatizando que el país entero estaba trabajando para asegurar su liberación y que no se entendía la postura de la vicepresidenta en ese contexto.
En el entorno de Villarruel, algunos sugirieron que no se emitiría un comunicado oficial, pero no descartaron alguna declaración pública en el futuro. Lo cierto es que este incidente se suma a una serie de enfrentamientos previos y revela la creciente fractura dentro del gobierno, que parece haber alcanzado un punto sin retorno.